Generalmente en el ajuar del bebé y aún antes de que nazca, las mamás ya tenemos incluido el famoso biberón “por las dudas”.

Seamos concientes de los riesgos a los que exponemos al bebé cuando le damos el biberón, que si bien a veces es insustituible (en el caso de que alguna mamá no pueda dar de mamar), no es obligatorio.

El biberón o mamadera, como se lo conoce en otros lugares, es una fuente de cultivo de gérmenes. Aunque lo esterilices es probable que en su interior se cultiven gérmenes que pueden perjudicar la salud del bebé.

Las roscas de las tapas nunca terminan de limpiarse bien y la goma de las tetinas también es una fuente de gérmenes.

Si le damos de mamar al bebé y alternamos con el biberón, es posible que el niño pierda su inetrés en la lactancia materna.

Es sencillo, cuando el bebé se alimenta del pecho de mamá, debe succionar haciendo fuerza para extraer la leche. Ad darle un biberón se lo hacemos mucho más fácil, el líquido cae por fuerza de la gravedad y no tiene que hacer esfuerzo alguno.Por lo tanto, al prenderse al pezón luego de haber probado la mamadera, se sentirá frustrado y nervioso ya que no extraerá la misma cantidad de leche.

Es en ese momento en que el bebé rechaza el pecho, que la madre supone que no tiene más leche y sustituye la lactancia materna por la artificial. Con ello bajará su producción de prolactina y llegará inevitablemente al destete.

En conclusión, y en defensa de la leche de mamá, evita dar al bebé el biberón mientras puedas. Le evitarás posibles enfermedades, no tendrá posibilidad de confundir el pezón con la tetina y por lo tanto no perderá su instinto de succión, es más cómodo que llevar biberones en un bolso cuando estamos con el bebé fuera de casa y no le estarás quitando todos los beneficios de la leche materna.

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